martes, 15 de julio de 2008

Ant Counter

Perdí mi teléfono celular hace un par de meses. No era nada espectacular: no tenía cámara de foto o video, ni reproductor de mp3, ni reproducía los ringtones polifónicos de daddy yankee o nigga ni mostraba las fotos de la tetanic como protector de pantalla ni tenía gps integrado ni capacidad para conectarse a la red; caray, ni siquiera contaba con chip o pertenecía a los modelos GSM. Era un simplón teléfono digital que cumplía con las funciones básicas de llamada a celular o teléfono fijo, mensajería y despertador.

Después de intentar recuperarlo y fallar, decidí ir a comprar otro teléfono y cancelar mi antigua cuenta. Fuí con la mente fija en comprar un teléfono que cumpliera con exactamente las mismas funciones de mi aparato anterior con la intiuición de que sería lo mas conveniente (es decir, económico) para mí. Vi todos los modelos en exhibición, en efecto, un aparatito con las mismas funciones te sale en unos 300 pesos.

Perfecto ... pero ... ¿por qué no buscar algún otro que me ofrezca otra función por una módica diferencia de precio? Seguí buscando, y encontré un modelo que aseguraba reproducir mp3 además de las otras funciones básicas por un total de 500 pesos.

Feliz por haber tomado lo que consideré una sabia decisión fuí a pedirlo con el estímulo extra de recibir 300 pesos gratis de tiempo aire con su compra.

Mi entusiasmo se fué transformando en incredulidad conforme firmaba los contratos al tiempo que me explicaban: "Pues si joven pero para meterle los mp3 hay que comprar una tarjeta de memoria no incluída en 250 pesos, un cable para conectarlo a su CPU en otros 180 pesos porque no tiene blue tooth ni infrarojo ... ahora, el tiempo aire gratuito si se le otorga pero a condición de que compre dos tarjetas amigo cada mes, o sea que de momento le "regalamos" 100 pesos (que por lo demás paga usted de activación de la unidá) y los otros 200 se le añaden a su cuenta si compra crédito antes del día 30 de cada mes" todo mientras dejaba caer con desgano una cajita de 15 X 15 cm. que contenía al pequeñito teléfono sobre el mostrador.

Al momento recordé esa lección de dinámica de mercados que, antes que Marx, Dobb o cualquier profesor de historia industrial, me enseñaran los Monty Pythons cuando tenía yo algo así de 16 años:



Hallé irresistible pensar que estaba comprando una hormiga ... y que a mi nuevo teléfono debía llamarlo Marcus.

3 comentarios:

Cy dijo...

Marcus es un buen nombre. Al mío lo llamo Cronopio Pequeño.

P.D. Si lo querías tan austero yo bien pude haberte conseguido uno en cien pesos.

Zazenpan dijo...

¿No podías cambiar de opinión?

Cy dijo...

Sí es cierto. Pudiste cambiar de opinión aún cuando estabas a punto de soltarle los billetes. ya ves que dicen que es de sabios arrepentirse... Además te dio muchas pruebas de que eso no te convenía. Es más, me desespero leyendo tu post. Debiste comprar otro Marcus.