jueves, 5 de junio de 2008

Yo solo quiero que me quieras

Esto de los blogs acarrea unas cuantas sorpresas interesantes.

Este post está inspirado en éste post y mas que eso, se apropia de él para además, no llegar a ninguna conclusión (si seré cabrón) pero todo ha sido motivado por el hecho de haber querido comentar la entrada y no haber podido meter toda la información en un triste comment. Patricia, de entrada lo lamento, pero me hizo pensar demasiado y fué la única manera que encontré de responderle.

El post se resume así: Una misma situación, dos distintas resoluciones. Patricia mira una imagen vergonzante (para ella y sólo para ella) y decide que la mejor posición que puede tomar al respecto es publicarla en su blog, hacerla visible a ojos de todos sus lectores y ella misma, y como pináculo y justificación del ejercicio propone una enseñanza moral: el dolor y la felicidad* van de la mano, sus fronteras están lánguidamente delimitadas.

Mauricio - nombre real del autor - mira una imagen vergonzante y decide que la mejor posición que puede tomar es deshecharla, (tratar de) olvidarla, recurriendo desde una lógica de "si no lo veo no está ahí" hasta meditaciones zen acerca de lo innencesario del "equipaje emocional" y la importancia del desapego.

Primera respuesta

Partiendo desde la trinchera teórica que mejor conozco, el existencialismo, trato de analizar fríamente ambas conductas: hay un hecho innegable detrás de ambas elecciones, ambos sujetos desean amar y ser amados, ambos ven ése proyecto frustrado. Los dos miran con una mezcla de resignación, desagrado y respeto la decisión libremente tomada por el sujeto ante quienes pretendían convertirse en objetos de amor (recordar que en el existencialismo sartreano, el prójimo -el otro- me "cosifica" con la mirada y acepto de buena gana, a condición de convertirme en fin último y trascendente, es decir, un objeto imprescindible en el mundo y que se establezca como referente y límite a su libertad; el objeto en el cual el otro acepte encontrar su ser y su razón de ser).

Patricia tomaría en apariencia una postura muy razonable ante el rechazo, ninguna decisión ha sido tomada con el objeto de herir a nadie (que la relación que alguien mas decida tener en efecto, le duela, es pura contingencia) y ella desea sólamente expresar con honestidad su percepción de tal hecho, sin reclamar nada para sí. Sin embargo, en el hecho de la publicación de la foto y la aceptación de desagrado al mirarla se encuentra, subyacente (desde el existencialismo, aclaro) una actitud muy próxima al masoquismo. El masoquista no quiere ser nada sino ser objeto, quiere y ama su vergüenza como signo profundo de su objetividad; quiere ser deseado y se hace objeto de deseo en la vergüenza, al mismo tiempo, no quiere cautivar la libertad del otro, desea que su libertad sea y se quiera radicalmente libre. No obstante, quien paga a alguien para que le azote (actividad S & M simbólica por antonomasia) no hace sino usar a esa persona como instrumento y cuando el fin último es disfrutar su objetividad, en realidad no logra mas que sumergirse en la conciencia de su subjetividad, hasta la angustia. No es un látigo precisamente sino la fotografía el instrumento de tortura, testimonio (que no acción) de la absoluta libertad del otro que en lugar de cosificar a Patricia, relegarla al plano de los objetos en el mundo del amado (o dejarla fuera de la foto) hace que viva angustiosamente su subjetividad ante el hecho de ser hecha a un lado.

Mauricio no está mucho mejor parado. Y es que él tomaría en apariencia una postura muy razonable también: la renuncia. ¿Pero la renuncia basado en que premisa? En la idea de que su amante, además de elegirlo libremente como amado, debía hacer de él una elección absoluta. ¿Por qué? Sencillamente porque antes de ser amado, inquieto por esa gratuidad injustificada e injustificable que era su existencia, el pobre no se hayaba en ningún lado, pero sintió como ráfaga que su existencia era recobrada y querida por una libertad total a la que a su vez condicionaba y que el mismo quería libremente. Quería, simplemente, vivir una de las mas grandes alegrías que provée el amor: sentirse justificado de existir. Cuando le ofrecieron una vida sin justificación y valorizado como uno entre otros amantes no lo soportó y abortó, sin mas, explorar otras posibilidades.

Segunda lectura

Es un hecho tanto que de acuerdo a monsieur Sartre ambas actitudes están destinadas al fracaso como que pese al gran respeto que le guardo me quedan mis dudas con respecto a su análisis. Si Sartre se equivocara (y casi todo apunta a que, en efecto, lo hace) los hechos puntuales son: Patricia se muestra imperturbable, inconmovible y segura de si misma en su decisión de querer a alguien pese a todo, Mauricio renuente a aceptar cualquier trato en el terreno amoroso que no implique total entrega, aunque esté bien conciente de que nada dura para siempre.

La actitud de Patricia hace dudar a Mauricio: ¿Que actitud es la correcta? La de quien, como ella, a pesar de todo dice "si" y está siempre cerca del que quiere, a pesar de los celos, a pesar del dolor a pesar de quizá nunca ser correspondido ... ¿No es ése el verdadero cariño, el que no espera nada a cambio?. O uno debería pedir todo de su pareja, sin condiciones, así su encuentro implique un proyecto a largo plazo o un simple lapsus pasional, un "si" total, sin restricciones y malentendidos que no corra el riesgo de diluírse en una larga espera.

Todo eso pasó por mi cabeza antes de decidirme a publicar esta entrada y he tratado de sintetizar horas de divagación barata en un sólo post, sin llegar a ninguna conclusión porque en el punto en el que dejo el post, me encuentro atorado. Fué con la mejor de las intenciones señorita, y si no fué de su agrado para la próxima me quedo con la bocota callada.

* me llamó la atención que en vez del placer, antípoda natural de la experiencia de dolor, prefiriera el uso de felicidad, un valor; lo que me hizo suponer y tener el carácter (o cometer la osadía) de suponer una relación afectiva mas allá del puro goce.

3 comentarios:

Patrulla dijo...

Simplemente k:

Mauricio, tú y yo ayer compartimos el mismo idioma, la gente plena no lo entiende, la religión te manipula con él, alguien en una agencia de publicidad estrena un auto a su salud, los psicólogos le deben el sustento, los poetas su vocación. Tú y yo todavía no sabemos qué agradecerle, se llama desamor y la palabra no me gusta.

No tengo ideas, ni teorías, ni pensamientos que compartir contigo, espero que comprendas mi estado de alienación, ahorita estoy en la chamba y edito las pasiones de unos niños que ni conozco, y es extraño, pero me siento consolada, ellos también tienen cosas que no les gustan y no se rasgan las vestiduras, ¿entonces por qué tú y yo sí?, ¿entonces por qué tú y yo no?
Somos contradictorios, ¿sabes?, pero no somos los únicos y yo con negritas te lo comparto en mis formas bobas pero sinceras de agradecimiento, sólo hay preguntas.

Yosh:

- A él le gustan: las niñas pero no le gustan: las niñas payasas (¿no que le gustaban todas?, ¿por qué a unas les pone un pero?, ¿y si se enamora y es payasa?, ¿el amor le metió un gol a su cabeza?)

Planet:

- A ella le gusta toda la comida y después no le gusta: el brócoli (¿tú entendiste?)

3874682:

- No me gusta: Las matemáticas, ni comer verduras (¿sino le gustan los números por qué su nick es uno?)


Una tímida reverencia y para ti, soy Patricia.

Cy dijo...

Como dije, o al menos creo recordar que dije, en el blog de Lo Cursi: fuimos más de uno al que le pasó casi exactamente lo mismo que originó el post 'fuera de la foto' pero el punto aquí es que yo quiero que tú, K, me hagas el favor de explicarme toda mi vida mediante tus teorías, o sea, ciberpsicoanalízame o algo, pronto, por favor.

Cy dijo...

K:
A pesar de que no le pude llegar al precio, ni lo busqué, me fue muy grato encontrarlo comentando de visita por mis aposentos. Ojalá vuelva pronto, será siempre bienvenido.

Cy