sábado, 1 de marzo de 2008

Gay Bar!

Anoche fuí a un Antro Gay, ubicado en la Zona Rosa (por supuesto) y justo al lado de una Sex Shop que robó su imagen publicitaria a Buba Comix y espero que pronto cambie de presentación (o mejor aún, obtengan la licencia del maestro Quintero para producir Buba - juguetes eróticos, y con gusto consumiría sus productos), una experiencia que para mi sorpresa fue bastante agradable, no sólo porla compañia que me rodeaba y la novedad de la misma, sino por una sencillísima razón.

Las chicas heterosexuales que visitan estos lugares no gozan de tratos especiales o privilegios (no cover, mitad de precio o barra libre) sólo por ser mujeres, se encuentran en un lugar en que el grueso de la población del sexo opuesto tiene mas estilo, es mas coordinada, utiliza mas productos de belleza y cuidado personal, viste y huele mejor que ellas. Y sólo al entrar y echar un ojo a la concurrencia saben que regresarán a casa con las manos vacías a sus solitarias habitaciones.

Ante tales escenas sólo pensaba para mi mismo: Welcome to my life!

Desde luego, la noche debía tener algún punto álgido para una persona que no se encontraba del todo en su ambiente y ése momento llegó cuando, después de beber copiosa e irresponsablemente, me ví en la innegable e imperiosa necesidad de utilizar el baño. Prejuicios más, prejuicios menos, en el fondo lo que me preocupaba no era tanto observar o ser objeto de agresiones a mi moral (tan recatada y decimonónica) como no saberme comportar empáticamente en el tocador y no adaptarme a los códigos de comportamiento acostumbrados - por que de que los hay, los hay esos códigos, en todo baño - y exponerme flagrantemente como un ente fuera de lugar y hacer un oso que me arruinara la velada.

Ningún miedo había sido mas infundado en toda mi vida, pues descubrí con gozo que esta gente representa la mas acabada y organizada expresión de civilidad en la concepción de lo que un baño de uso multitudinario debe ser. Para empezar había una perfecta y alineada fila de personas a la entrada a la espera paciente de su turno, nada de gruñidos, siseos desesperados ni voces a grito pelado que exigieran la movilización de la gente dentro del toilet; y es que no había lugar para ello, pues cada quien adentro hacía lo que tenía que hacer, se lavaba rápidamente y salía a proseguir con la fiesta de forma ordenada, todo orquestado y en supervisión constante de un encargado en la puerta de entrada. Una vez dentro me encontré con espacios para el desarrollo de la micción perfectamente delimitados, cosa rara o hasta desconocida en los baños que acostumbro visitar cuyo sistema es el del enorme urinal colectivo y la lógica que se sigue es entre más mejor y "ahi te voy compa", por no hablar de las consecuencias incómodas que tal política de descarga de excedentes biológicos acarrea para el sistema olfativo, pero ¡oh! no en éste lugar, pues al momento de llevar a cabo ésta necesidad a cabo percibí con agrado y estupefacción que una esencia floral impregnaba progresivamente el ambiente, todos los comerciales de aromatizantes de pronto cobraron sentido, de verdad pueden hacer felíz a la nariz.

Los lava manos , pisos y hasta los botes de basura rebozaban de una pulcritud digna de toda la admiración de alguien que, como yo, alguna vez ha tenido que levantar el dobladillo del pantalón para no ensuciarse de fugas de líquidos en otros baños que nadie sabe ni quiere saber de dónde provienen o ha notado con desagrado que la gente tira hasta pañales en receptáculos que sólo deberían admitir papel. En fin que creo que el sentimiento e impresión de semejante experiencia es comparable a la de Atila el Huno o los pueblos germánicos al entrar por vez primera a un Baño Romano: "¡que bárbaros - pensarían los bávaros - , éstos romanos si se la saben!".


... Vida, no dejes de sorprenderme.

2 comentarios:

Cobayo dijo...

¡Ay wey! Dos cosas:
1) Por qué nunca has ido conmigo a un bar gay.
2) ¿A qué lugar fuiste? Los arrabales que visito son despreciables y todo lo opuesto a lo que comentas... ¡Llévame!
Un abrazo.

Patrulla dijo...

Pues podríamos ir a bailar un día de estos, no acostumbro hacerlo acompañada, aunque podría invitarlo a compartir nuestros aislamientos...

Perdón, Don K, pero esto de las invitaciones me hace bolas, siempre me pierdo en el tono, ¿sabe?, y más si son a un desconocido, lo que por otro lado me parece "curioso"...

Atte.

Torpemente, pero lo hice, ya lo invité, una reverencia más nerviosa que de costumbre, jejeje.

Beso.