miércoles, 17 de septiembre de 2008

Belle de nuit

Una amiga tiene como fin asistir a una fiesta temática, el concepto: noche de cabaret. La niña está bajo presión por tener el disfraz listo para el día de la fiesta (sábado) y hoy miércoles, es el único día libre de compromisos que tendrá hasta la fecha acordada. Nuestra heroína sabe que no tengo nada que hacer por las tardes de miércoles y tiene muy en cuenta que además le debo una lana, razón de más para pedir unirme a su búsqueda frenética de la prenda que será el eje y dará sentido a su atuendo: un corset. En mi insaciable sed de retos y experiencias nuevas, el sentido común que impone portarme bien con la gente con quien se está en deuda y dada la imperiosa necesidad de salir a orearme acepto la invitación.

La aventura inicia en Insurgentes, casi esquina con Monterrey. Tiempo atrás un K. todavía mozuelo y granuja había ubicado una vistosa tienda de parafernalia goth (o darketa en jerga local, que por lo demás me produce diarrea al ser pronunciada) justo al lado del local de tattoos & body piercing en donde su amigo "el Blade" iba a tatuarse. A ése respecto, en mi casa lo apodaron así porque traía en ése entonces un corte de cabello muy similar al del personaje de Wesley Snipes en la película del mismo nombre.

Lo sugerí como primera parada puesto que aunque nunca había pasado mas allá del umbral, era de suponerse que habría montones de corseteses y no le haría ningún desdén a andar de ánimo nostálgico al pasearme por esos rumbos de nuevo.

Llegué (tarde) a la cita sólo para descubrir que aquel local estaba cerrado ... ya hace mucho tiempo, por lo visto. Instantáneamente me sentí un anciano flemático y senil en lugar del mocoso pre-universitario que fantaseaba las tres horas de duración de las "picadas" del Blade con ligarse a la cajera de los piercings de tersos cabellos negros, escote que de tan pecaminoso hacía pasar por alto al mas puritano la cuantiosa cantidad de imaginería pagana impresa indeleble a todo lo largo y ancho de su sus delicados brazos y que, naturalmente, contaba con un número de orificios y cavidades creadas de forma artificial que superaba exponencialmente a los que tenía por orden natural.

Después de sentir que algo dentro de mí moría y resignarme a encontrar 20 cabellos mas sobre la almohada al despertar por la mañana en los próximos días, regresé al presente. El plan inicial fracasa, inicio de la operación: Zona Rosa.

Peinamos todo el perímetro. Nos metimos en todo tipo de lugares, cada uno con su estilo, aroma y soundtrack respectivo: La tienda de niña tonta, de señora ridícula y neurótica de la Roma, de ropa usada, de zapatos (a huevo, iba con una mujer), de disfraces, de lencería, de góticos, sexshops ... creo que de haber existido un Outlet de C & A lo hubieramos visitado, nomás por no dejar.
Me chuté a Bauhaus, Laura León, New Order, The Killers, Caifanes, The Prodigy, todo el pop en español que Televisa ha producido el último año y un número total de DJ's que completarían un line-up de festival de electrónica en Ibiza durante el periodo de tiempo que una mujer está en el vestidor mientras uno recita como mantra, para sí: "por favor que le quede, por favor que le quede" y mientras adopta una posición ritual y estado de concentración mística "que si le queda le guste, que si le queda le guste" y finalmente ¡Oh, divino Buddha victorioso! guíala en el sendero de la luz clara de la sabiduría prístina de la dimensión elemental del Absoluto, y que su agrado y su gozo de la prenda no tenga fin y si así no fuera y alguna duda respecto a su apariencia cupiera !oh Buddha compasivo!: "que no me pregunte, que no me pregunte"...

- "¿Que opinas?"
- Estemmm, no no creo. No está lo suficientemente ... mmm ¿encorsetado?
- "Ok".

(Pendejada de respuesta, y sin embargo ninguna mentada de madre, ningún bramido, desaire, objeción, pregunta posterior o queja tuvo lugar; la respuesta así, tal cual: "Ok". Recomendación dudes, si son tan torpes como yo para dar opiniones en momentos de indecisión tomen éste golpe de casualidad como método: ante la doble trampa de una opinión sincera no sugieran de ninguna forma que sea la fina anatomía de su acompañante la que no cumple los requisitos de la prenda para lucir bien, hagan parecer que el error está en la prenda).

Los resultados que arrojó la expedición fueron: dos compras de "último recurso" potenciales y un producto que satisfacía las expectativas en todos los rubros excepto el precio, ridículamente alto como para una prenda que se usará una vez en público y tal vez con alguien que haga suficientes méritos en privado.

A estas alturas exigí un descanso de tanta impudicia y jotería (que en realidad no fué tanta, dado que mi aportación en los momentos de regateo y decisión se limitaba a interrumpir con un: "¿cuánto cuesta?") para recargar energía y entrar en rol de nuevo. Nada mas masculino a la redonda que una fonda atestada de licenciados trajeados y eructando mientras ensalsan sus platillos atendida por un garnachero que se refiere a uno como "caballero". Aunque como dato curioso es la única garnachería que he visitado a la fecha en que en lugar de la Arrolladora Banda Limón o algún noticiero deportivo tenía a Mónica Naranjo como fondo musical.

Ultima parada: Zócalo capitalino o ¿¿para qué hasta allá??

Muy sencillo, la señorita ya había ubicado días antes de todo este ajetreo una tienda en donde podría adquirir a un precio razonable su payasada ... y si, ya sabía que lo iba a comprar ahí de todos modos y que todo el viajecito era nada mas "para ver que había". Y no se trataba mas que de otro local de parafernalia goth en el cuarto piso de un edificio a un costado de la Catedral Metropolitana en el que laboran un entusiasta grupo de góticos (entusiasta en clase de gótico, se entiende) que elaboran ellos mismos la ropa que venden en una especie de taller de costura from hell y que, por supuesto, estaba un piso arriba de: (movimiento circular de mano) un local de Tattoos & Body Piercing.

Al menos mi presencia ahí se vió justificada al momento de indicarle, casi al azar, un corset que no había notado antes y que terminó comprando.

Agotado pero satisfecho por la experiencia en general nos dirigimos al metro mas cercano para regresar a casa. Cuando estábamos llegando al metro Allende oímos delante nuestro a un señor decirle a su señora, que se alejaba de él:"¡'pérate ... deja ver como acaba el tiro!" y notamos una bolita de gente mas adelante, expectante.

Mi acompañante me tomó del brazo y cruzó a la acera de enfrente argumentando que "no le gusta cuando los tipos se pelean" a lo que respondí: "¡pérate ... deja ver de que se trata!" y cuando volteamos resultó que no eran tipos: eran dos señoras, presumiblemente marchantas agarrándose a cachetada limpia. Eso hasta que una de ellas, mas grande y corriosa, adoptó posición de guardia al mas puro estilo boxístico, mientras la otra mas bajita y abundante de carnes le hacía bailes cantinflescos y le soltaba una que otra patada en diagonal a los muslos, de taekwondoín, pues.

Justo en ese momento en la calle de Motolinía uno de esos "amos del cover" en un café cercano comenzó a cantar "Imagine" de John Lennon.

Es en días como éste en que me arrepiento de no tener celular con cámara de video.

2 comentarios:

Cobayo dijo...

¿Y tan siquiera se veía bien en la madre esa?

Hijas del no me acuerdo dijo...

si guey!... la primera prenda ciertamente no, agradezco el comentario inexistente (pa no dejar a la susodicha insegura)...

Y ya consiguete un celular con video, para armar nuestro canal en el youtube!... y que el Cobayo nos mande sus pendejadas desde la ciudad de los ángeles.

P.D. Cobayo, también necesitas uno con cámara...